Y sin cotradicción, grande es el misterio de la piedad: Dios ha sido manifestado en carne ha sido justificado con el Espíritu ha sido visto de los ángeles ha sido predicado á los Gentiles ha sido creído en el mundo ha sido recibido en gloria. 1 Timoteo 3.16
Leitura diária na versão Rayana Valera - Espanhol


Lamentaciones 1
Lamentaciones 2
Juan 17

Lamentaciones 1


1
¡COMO está sentada sola la ciudad populosa! La grande entre las naciones se ha vuelto como viuda, La señora de provincias es hecha tributaria.
2
Amargamente llora en la noche, y sus lágrimas en sus mejillas No tiene quien la consuele de todos sus amadores: Todos sus amigos le faltaron, volviéronsele enemigos.
3
Fuése Judá, a causa de la aflicción y de la grandeza de servidumbre Ella moró entre las gentes, y no halló descanso: Todos sus perseguidores la alcanzaron entre estrechuras.
4
Las calzadas de Sión tienen luto, porque no hay quien venga á las solemnidades Todas sus puertas están asoladas, sus sacerdotes gimen, Sus vírgenes afligidas, y ella tiene amargura.
5
Sus enemigos han sido hechos cabeza, sus aborrecedores fueron prosperados Porque Jehová la afligió por la multitud de sus rebeliones: Sus niños fueron en cautividad delante del enemigo.
6
Fuése de la hija de Sión toda su hermosura: Sus príncipes fueron como ciervos que no hallan pasto, Y anduvieron sin fortaleza delante del perseguidor.
7
Jerusalem, cuando cayó su pueblo en mano del enemigo y no hubo quien le ayudase, Se acordó de los días de su aflicción, y de sus rebeliones, Y de todas sus cosas deseables que tuvo desde los tiempos antiguos: Miráronla los enemigos, y escarnecieron de sus sábados.
8
Pecado cometió Jerusalem por lo cual ella ha sido removida: Todos los que la honraban la han menospreciado, porque vieron su vergüenza Y ella suspira, y se vuelve atrás.
9
Sus inmundicias en sus faldas no se acordó de su postrimería: Por tanto ella ha descendido maravillosamente, no tiene consolador. Mira, oh Jehová, mi aflicción, porque el enemigo se ha engrandecido.
10
Extendió su mano el enemigo á todas sus cosas preciosas Y ella ha visto entrar en su santuario las gentes, De las cuales mandaste que no entrasen en tu congregación.
11
Todo su pueblo buscó su pan suspirando Dieron por la comida todas sus cosas preciosas, para entretener la vida. Mira, oh Jehová, y ve que estoy abatida.
12
¿No os conmueve á cuantos pasáis por el camino? Mirad, y ved si hay dolor como mi dolor que me ha venido Porque Jehová me ha angustiado en el día de la ira de su furor.
13
Desde lo alto envió fuego en mis huesos, el cual se enseñoreó: Ha extendido red a mis pies, tornóme atrás, Púsome asolada, y que siempre tenga dolor.
14
El yugo de mis rebeliones está ligado por su mano, Enlazadas han subido sobre mi cerviz: ha hecho caer mis fuerzas: Hame entregado el Señor en sus manos, contra quienes no podré levantarme.
15
El Señor ha hollado todos mis fuertes en medio de mí Llamó contra mí compañía para quebrantar mis mancebos: Como lagar ha pisado el Señor á la virgen hija de Judá.
16
Por esta causa yo lloro mis ojos, mis ojos fluyen aguas Porque se alejó de mí consolador que dé reposo á mi alma: Mis hijos son destruídos, porque el enemigo prevaleció.
17
Sión extendió sus manos, no tiene quien la consuele Jehová dió mandamiento contra Jacob, que sus enemigos lo cercasen: Jerusalem fué en abominación entre ellos.
18
Jehová es justo que yo contra su boca me rebelé. Oid ahora, pueblos todos, y ved mi dolor: Mis vírgenes y mis mancebos fueron en cautiverio.
19
Dí voces á mis amadores, mas ellos me han engañado Mis sacerdotes y mis ancianos en la ciudad perecieron, Buscando comida para sí con que entretener su vida.
20
Mira, oh Jehová, que estoy atribulada: mis entrañas rugen, Mi corazón está trastornado en medio de mí porque me rebelé desaforadamente: De fuera deshijó el cuchillo, de dentro parece una muerte.
21
Oyeron que gemía, y no hay consolador para mí: Todos mis enemigos han oído mi mal, se han holgado de que tú lo hiciste. Harás venir el día que has anunciado, y serán como yo.
22
Entre delante de ti toda su maldad, Y haz con ellos como hiciste conmigo por todas mis rebeliones: Porque muchos son mis suspiros, y mi corazón está doloroso.

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Lamentaciones 2


1
¡COMO oscureció el Señor en su furor a la hija de Sión! Derribó del cielo á la tierra la hermosura de Israel, Y no se acordó del estrado de sus pies en el día de su ira.
2
Destruyó el Señor, y no perdonó Destruyó en su furor todas las tiendas de Jacob: Echó por tierra las fortalezas de la hija de Judá, Deslustró el reino y sus príncipes.
3
Cortó con el furor de su ira todo el cuerno de Israel Hizo volver atrás su diestra delante del enemigo Y encendióse en Jacob como llama de fuego que ha devorado en contorno.
4
Entesó su arco como enemigo, afirmó su mano derecha como adversario, Y mató toda cosa hermosa á la vista: En la tienda de la hija de Sión derramó como fuego su enojo.
5
Fué el Señor como enemigo, destruyó a Israel Destruyó todos sus palacios, disipó sus fortalezas: Y multiplicó en la hija de Judá la tristeza y lamento.
6
Y quitó su tienda como de un huerto, Destruyó el lugar de su congregación: Jehová ha hecho olvidar en Sión solemnidades y sábados, Y ha desechado en el furor de su ira rey y sacerdote.
7
Desechó el Señor su altar, menospreció su santuario, Ha entregado en mano del enemigo los muros de sus palacios: Dieron grita en la casa de Jehová como en día de fiesta.
8
Jehová determinó destruir el muro de la hija de Sión Extendió el cordel, no retrajo su mano de destruir: Hizo pues, se lamentara el antemuro y el muro fueron destruídos juntamente.
9
Sus puertas fueron echadas por tierra, destruyó y quebrantó sus cerrojos: Su rey y sus príncipes están entre las gentes donde no hay ley Sus profetas tampoco hallaron visión de Jehová.
10
Sentáronse en tierra, callaron los ancianos de la hija de Sión Echaron polvo sobre sus cabezas, ciñéronse de saco Las vírgenes de Jerusalem bajaron sus cabezas a tierra.
11
Mis ojos desfallecieron de lágrimas, rugieron mis entrañas, Mi hígado se derramó por tierra por el quebrantamiento de la hija de mi pueblo, Cuando desfallecía el niño y el que mamaba, en las plazas de la ciudad.
12
Decían a sus madres: ¿Dónde está el trigo y el vino? Desfallecían como heridos en las calles de la ciudad, Derramando sus almas en el regazo de sus madres.
13
¿Qué testigo te traeré, ó á quién te haré semejante, hija de Jerusalem? ¿A quién te compararé para consolarte, oh virgen hija de Sión? Porque grande es tu quebrantamiento como la mar: ¿quién te medicinará?
14
Tus profetas vieron para ti vanidad y locura Y no descubrieron tu pecado para estorbar tu cautiverio, Sino que te predicaron vanas profecías y extravíos.
15
Todos los que pasaban por el camino, batieron las manos sobre ti Silbaron, y movieron sus cabezas sobre la hija de Jerusalem, diciendo: ¿Es ésta la ciudad que decían de perfecta hermosura, el gozo de toda la tierra?
16
Todos tus enemigos abrieron sobre ti su boca, Silbaron, y rechinaron los dientes dijeron: Devoremos: Cierto éste es el día que esperábamos lo hemos hallado, vímoslo.
17
Jehová ha hecho lo que tenía determinado, Ha cumplido su palabra que él había mandado desde tiempo antiguo: Destruyó, y no perdonó Y alegró sobre ti al enemigo, Y enalteció el cuerno de tus adversarios.
18
El corazón de ellos clamaba al Señor: Oh muro de la hija de Sión, echa lágrimas como un arroyo día y noche No descanses, ni cesen las niñas de tus ojos.
19
Levántate, da voces en la noche, en el principio de las velas Derrama como agua tu corazón ante la presencia del Señor Alza tus manos á él por la vida de tus pequeñitos, Que desfallecen de hambre en las entradas de todas las calles.
20
Mira, oh Jehová, y considera á quién has hecho así. ¿Han de comer las mujeres su fruto, los pequeñitos de sus crías? ¿Han de ser muertos en el santuario del Señor el sacerdote y el profeta?
21
Niños y viejos yacían por tierra en las calles Mis vírgenes y mis mancebos cayeron a cuchillo: Mataste en el día de tu furor, degollaste, no perdonaste.
22
Has llamado, como a día de solemnidad, mis temores de todas partes Y en el día del furor de Jehová no hubo quien escapase ni quedase vivo: Los que crié y mantuve, mi enemigo los acabó

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Juan 17


1
ESTAS cosas habló Jesús, y levantados los ojos al cielo, dijo: Padre, la hora es llegada glorifica á tu Hijo, para que también tu Hijo te glorifique á ti
2
Como le has dado la potestad de toda carne, para que dé vida eterna á todos los que le diste.
3
Esta empero es la vida eterna: que te conozcan el solo Dios verdadero, y á Jesucristo, al cual has enviado.
4
Yo te he glorificado en la tierra: he acabado la obra que me diste que hiciese.
5
Ahora pues, Padre, glorifícame tú cerca de ti mismo con aquella gloria que tuve cerca de ti antes que el mundo fuese.
6
He manifestado tu nombre á los hombres que del mundo me diste: tuyos eran, y me los diste, y guardaron tu palabra.
7
Ahora han conocido que todas las cosas que me diste, son de ti
8
Porque las palabras que me diste, les he dado y ellos las recibieron, y han conocido verdaderamente que salí de ti, y han creído que tú me enviaste.
9
Yo ruego por ellos: no ruego por el mundo, sino por los que me diste porque tuyos son:
10
Y todas mis cosas son tus cosas, y tus cosas son mis cosas: y he sido glorificado en ellas.
11
Y ya no estoy en el mundo mas éstos están en el mundo, y yo á ti vengo. Padre santo, á los que me has dado, guárdalos por tu nombre, para que sean una cosa, como también nosotros.
12
Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre á los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición para que la Escritura se cumpliese.
13
Mas ahora vengo á ti y hablo esto en el mundo, para que tengan mi gozo cumplido en sí mismos.
14
Yo les he dado tu palabra y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
15
No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal.
16
No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
17
Santifícalos en tu verdad: tu palabra es verdad.
18
Como tú me enviaste al mundo, también los he enviado al mundo.
19
Y por ellos yo me santifico á mí mismo, para que también ellos sean santificados en verdad.
20
Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos.
21
Para que todos sean una cosa como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean en nosotros una cosa: para que el mundo crea que tú me enviaste.
22
Y yo, la gloria que me diste les he dado para que sean una cosa, como también nosotros somos una cosa.
23
Yo en ellos, y tú en mí, para que sean consumadamente una cosa que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado, como también á mí me has amado.
24
Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, ellos estén también conmigo para que vean mi gloria que me has dado: por cuanto me has amado desde antes de la constitución del mundo.
25
Padre justo, el mundo no te ha conocido, mas yo te he conocido y éstos han conocido que tú me enviaste
26
Y yo les he manifestado tu nombre, y manifestaré lo aún para que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos.

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