Por eso todos los mandamientos de todas las cosas estimé rectos: Aborrecí todo camino de mentira. Salmo 119.128
Leitura diária na versão Rayana Valera - Espanhol


Jeremias 9
Jeremias 10
Juan 6.60-71

Jeremias 9


1
¡OH si mi cabeza se tornase aguas, y mis ojos fuentes de aguas, para que llore día y noche los muertos de la hija de mi pueblo!
2
¡Oh quién me diese en el desierto un mesón de caminantes, para que dejase mi pueblo, y de ellos me apartase! Porque todos ellos son adúlteros, congregación de prevaricadores.
3
E hicieron que su lengua, como su arco, tirase mentira y no se fortalecieron por verdad en la tierra: porque de mal en mal procedieron, y me han desconocido, dice Jehová.
4
Guárdese cada uno de su compañero, ni en ningún hermano tenga confianza: porque todo hermano engaña con falacia, y todo compañero anda con falsedades.
5
Y cada uno engaña á su compañero, y no hablan verdad: enseñaron su lengua á hablar mentira, se ocupan de hacer perversamente.
6
Tu morada es en medio de engaño de muy engañadores no quisieron conocerme, dice Jehová.
7
Por tanto, así ha dicho Jehová de los ejércitos: He aquí que yo los fundiré, y los ensayaré porque ¿cómo he de hacer por la hija de mi pueblo?
8
Saeta afilada es la lengua de ellos engaño habla con su boca habla paz con su amigo, y dentro de sí pone sus asechanzas.
9
¿No los tengo de visitar sobre estas cosas? dice Jehová. ¿De tal gente no se vengará mi alma?
10
Sobre los montes levantaré lloro y lamentación, y llanto sobre las moradas del desierto porque desolados fueron hasta no quedar quien pase, ni oyeron bramido de ganado: desde las aves del cielo y hasta las bestias de la tierra se trasportaron, y se fueron.
11
Y pondré á Jerusalem en montones, por moradas de culebras y pondré las ciudades de Judá en asolamiento, que no quede morador.
12
¿Quién es varón sabio que entienda esto? ¿y á quién habló la boca de Jehová, para que pueda declararlo? ¿Por qué causa la tierra ha perecido, ha sido asolada como desierto, que no hay quien pase?
13
Y dijo Jehová: Porque dejaron mi ley, la cual dí delante de ellos, y no obedecieron á mi voz, ni caminaron conforme á ella
14
Antes se fueron tras la imaginación de su corazón, y en pos de los Baales que les enseñaron sus padres:
15
Por tanto así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí que á este pueblo yo les daré á comer ajenjos, y les daré á beber aguas de hiel.
16
Y los esparciré entre gentes que no conocieron ellos ni sus padres y enviaré espada en pos de ellos, hasta que yo los acabe.
17
Así dice Jehová de los ejércitos: Considerad, y llamad plañideras que vengan y enviad por las sabias que vengan:
18
Y dense prisa, y levanten llanto sobre nosotros, y córranse nuestros ojos en lágrimas, y nuestros párpados en aguas se destilen.
19
Porque voz de endecha fué oída de Sión: ¡Cómo hemos sido destruídos! en gran manera hemos sido confundidos. ¿Por qué dejamos la tierra? ¿por qué nos han echado de sí nuestras moradas?
20
Oíd pues, oh mujeres, palabra de Jehová, y vuestro oído reciba la palabra de su boca y enseñad endechas á vuestras hijas, y cada una á su amiga, lamentación.
21
Porque la muerte ha subido por nuestras ventanas, ha entrado en nuestros palacios para talar los niños de las calles, los mancebos de las plazas.
22
Habla: Así ha dicho Jehová: Los cuerpos de los hombres muertos caerán como estiércol sobre la haz del campo, y como manojo tras el segador, que no hay quien lo recoja.
23
Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas.
24
Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio, y justicia en la tierra: porque estas cosas quiero, dice Jehová.
25
He aquí que vienen días, dice Jehová, y visitaré sobre todo circuncidado, y sobre todo incircunciso:
26
A Egipto, y á Judá, y á Edom, y á los hijos de Ammón y de Moab, y á todos los arrinconados en el postrer rincón, que moran en el desierto porque todas las gentes tienen prepucio, y toda la casa de Israel tiene prepucio en el corazón.

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Jeremias 10


1
OID la palabra que Jehová ha hablado sobre vosotros, oh casa de Israel.
2
Así dijo Jehová: No aprendáis el camino de las gentes, ni de las señales del cielo tengáis temor, aunque las gentes las teman.
3
Porque las ordenanzas de los pueblos son vanidad: porque leño del monte cortaron, obra de manos de artífice con azuela.
4
Con plata y oro lo engalanan con clavos y martillo lo afirman, para que no se salga.
5
Como palma lo igualan, y no hablan son llevados, porque no pueden andar. No tengáis temor de ellos porque ni pueden hacer mal, ni para hacer bien tienen poder.
6
No hay semejante á tí, oh Jehová grande tú, y grande tu nombre en fortaleza.
7
¿Quién no te temerá, oh Rey de las gentes? porque á tí compete ello porque entre todos los sabios de las gentes, y en todos sus reinos, no hay semejante á ti.
8
Y todos se infatuarán, y entontecerán. Enseñanza de vanidades es el mismo leño.
9
Traerán plata extendida de Tarsis, y oro de Uphaz obrará el artífice, y las manos del fundidor vestiránlos de cárdeno y de púrpura: obra de peritos es todo.
10
Mas Jehová Dios es la verdad él es Dios vivo y Rey eterno: á su ira tiembla la tierra, y las gentes no pueden sufrir su saña.
11
Les diréis así: Los dioses que no hicieron los cielos ni la tierra, perezcan de la tierra y de debajo de estos cielos.
12
El que hizo la tierra con su potencia, el que puso en orden el mundo con su saber, y extendió los cielos con su prudencia
13
A su voz se da muchedumbre de aguas en el cielo, y hace subir las nubes de lo postrero de la tierra hace los relámpagos con la lluvia, y saca el viento de sus depósitos.
14
Todo hombre se embrutece y le falta ciencia avergüéncese de su vaciadizo todo fundidor: porque mentira es su obra de fundición, y no hay espíritu en ellos
15
Vanidad son, obra de escarnios: en el tiempo de su visitación perecerán.
16
No es como ellos la suerte de Jacob: porque él es el Hacedor de todo, é Israel es la vara de su herencia: Jehová de los ejércitos es su nombre.
17
Recoge de las tierras tus mercaderías, la que moras en lugar fuerte.
18
Porque así ha dicho Jehová: He aquí que esta vez arrojaré con honda los moradores de la tierra, y he de afligirlos, para que lo hallen.
19
¡Ay de mí, por mi quebrantamiento! mi llaga es muy dolorosa. Yo empero dije: Ciertamente enfermedad mía es esta, y debo sufrirla.
20
Mi tienda es destruída, y todas mis cuerdas están rotas: mis hijos fueron sacados de mí, y perecieron: no hay ya más quien extienda mi tienda, ni quien levante mis cortinas.
21
Porque los pastores se infatuaron, y no buscaron á Jehová: por tanto no prosperaron, y todo su ganado se esparció.
22
He aquí que voz de fama viene, y alboroto grande de la tierra del aquilón, para tornar en soledad todas las ciudades de Judá, en morada de culebras.
23
Conozco, oh Jehová, que el hombre no es señor de su camino, ni del hombre que camina es ordenar sus pasos.
24
Castígame, oh Jehová, mas con juicio no con tu furor, porque no me aniquiles.
25
Derrama tu enojo sobre las gentes que no te conocen, y sobre las naciones que no invocan tu nombre: porque se comieron á Jacob, y lo devoraron, y le han consumido, y asolado su morada.

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Juan 6

60-71
60
Y muchos de sus discípulos oyéndo lo, dijeron: Dura es esta palabra: ¿quién la puede oir?
61
Y sabiendo Jesús en sí mismo que sus discípulos murmuraban de esto, díjoles: ¿Esto os escandaliza?
62
¿Pues qué, si viereis al Hijo del hombre que sube donde estaba primero?
63
El espíritu es el que da vida la carne nada aprovecha: las palabras que yo os he hablado, son espíritu y son vida.
64
Mas hay algunos de vosotros que no creen. Porque Jesús desde el principio sabía quiénes eran los que no creían, y quién le había de entregar.
65
Y dijo: Por eso os he dicho que ninguno puede venir á mí, si no le fuere dado del Padre.
66
Desde esto, muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él.
67
Dijo entonces Jesús á los doce: ¿Queréis vosotros iros también?
68
Y respondióle Simón Pedro: Señor, ¿á quién iremos? tú tienes palabras de vida eterna.
69
Y nosotros creemos y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios viviente.
70
Jesús le respondió: ¿No he escogido yo á vosotros doce, y uno de vosotros es diablo?
71
Y hablaba de Judas Iscariote, hijo de Simón, porque éste era el que le había de entregar, el cual era uno de los doce.

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