Lamentaciones 3Lamentaciones 4Lamentaciones 5Juan 18.1-27Lamentaciones 3
1
YO soy el hombre que ha visto aflicción en la vara de su enojo.
2
Guióme y llevóme en tinieblas, mas no en luz.
3
Ciertamente contra mí volvió y revolvió su mano todo el día.
4
Hizo envejecer mi carne y mi piel quebrantó mis huesos.
5
Edificó contra mí, y cercóme de tósigo y de trabajo.
6
Asentóme en oscuridades, como los ya muertos de mucho tiempo.
7
Cercóme por todos lados, y no puedo salir agravó mis grillos.
8
Aun cuando clamé y dí voces, cerro los oídos a mi oración.
9
Cercó mis caminos con piedra tajada, torció mis senderos.
10
Como oso que acecha fué para mí, como león en escondrijos.
11
Torció mis caminos, y depedazóme tornóme asolado.
12
Su arco entesó, y púsome como blanco a la saeta.
13
Hizo entrar en mis riñones las saetas de su aljaba.
14
Fuí escarnio á todo mi pueblo, canción de ellos todos los días.
15
Hartóme de amarguras, embriagóme de ajenjos.
16
Quebróme los dientes con cascajo, cubrióme de ceniza.
17
Y mi alma se alejó de la paz, olvidéme del bien.
18
Y dije: Pereció mi fortaleza, y mi esperanza de Jehová.
19
Acuérdate de mi aflicción y de mi abatimiento, del ajenjo y de la hiel.
20
Tendrálo aún en memoria mi alma, porque en mí está humillada.
21
Esto reduciré á mi corazón, por lo cual esperaré.
22
Es por la misericordia de Jehová que no somos consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias.
23
Nuevas son cada mañana grande es tu fidelidad.
24
Mi parte es Jehová, dijo mi alma por tanto en él esperaré.
25
Bueno es Jehová á los que en él esperan, al alma que le buscare.
26
Bueno es esperar callando en la salud de Jehová.
27
Bueno es al hombre, si llevare el yugo desde su mocedad.
28
Sentaráse solo, y callará, porque lo llevó sobre sí.
29
Pondrá su boca en el polvo, por si quizá hay esperanza.
30
Dará la mejilla al que le hiriere hartaráse de afrenta.
31
Porque el Señor no desechará para siempre:
32
Antes si afligiere, también se compadecerá según la multitud de sus misericordias.
33
Porque no aflige ni congoja de su corazón á los hijos de los hombres.
34
Desmenuzar bajo de sus pies todos los encarcelados de la tierra,
35
Hacer apartar el derecho del hombre ante la presencia del Altísimo,
36
Trastornar al hombre en su causa, el Señor no lo sabe.
37
¿Quién será aquel que diga, que vino algo que el Señor no mandó?
38
¿De la boca del Altísimo no saldrá malo y bueno?
39
¿Por qué murmura el hombre viviente, el hombre en su pecado?
40
Escudriñemos nuestros caminos, y busquemos, y volvámonos a Jehová.
41
Levantemos nuestros corazones con las manos a Dios en los cielos.
42
Nosotros nos hemos rebelado, y fuimos desleales tú no perdonaste.
43
Desplegaste la ira, y nos perseguiste mataste, no perdonaste.
44
Te cubriste de nube, porque no pasase la oración nuestra.
45
Raedura y abominación nos tornaste en medio de los pueblos.
46
Todos nuestros enemigos abrieron sobre nosotros su boca.
47
Temor y lazo fué para nosotros, asolamiento y quebrantamiento.
48
Ríos de aguas echan mis ojos, por el quebrantamiento de la hija de mi pueblo.
49
Mis ojos destilan, y no cesan, porque no hay alivio,
50
Hasta que Jehová mire y vea desde los cielos.
51
Mis ojos contristaron mi alma, por todas las hijas de mi ciudad.
52
Mis enemigos me dieron caza como á ave, sin por qué.
53
Ataron mi vida en mazmorra, pusieron piedra sobre mí.
54
Aguas de avenida vinieron sobre mi cabeza yo dije: Muerto soy.
55
Invoqué tu nombre, oh Jehová, desde la cárcel profunda.
56
Oiste mi voz no escondas tu oído á mi clamor, para mi respiro
57
Acercástete el día que te invoqué: dijiste: No temas.
58
Abogaste, Señor, la causa de mi alma redimiste mi vida.
59
Tú has visto, oh Jehová, mi agravio defiende mi causa.
60
Tú has visto toda su venganza todos sus pensamientos contra mí.
61
Tú has oído el oprobio de ellos, oh Jehová, todas sus maquinaciones contra mí
62
Los dichos de los que contra mí se levantaron, y su designio contra mí todo el día.
63
Su sentarse, y su levantarse mira: yo soy su canción.
64
Dales el pago, oh Jehová, según la obra de sus manos.
65
Dales ansia de corazón, tu maldición á ellos.
66
Persíguelos en tu furor, y quebrántalos de debajo de los cielos, oh Jehová.
topLamentaciones 4
1
¡COMO se ha oscurecido el oro! ¡Cómo el buen oro se ha demudado! Las piedras del santuario están esparcidas por las encrucijadas de todas las calles.
2
Los hijos de Sión, preciados y estimados más que el oro puro, ¡Cómo son tenidos por vasos de barro, obra de manos de alfarero!
3
Aun los monstruos marinos sacan la teta, dan de mamar a sus chiquitos: La hija de mi pueblo es cruel, como los avestruces en el desierto.
4
La lengua del niño de teta, de sed se pegó á su paladar: Los chiquitos pidieron pan, y no hubo quien se lo partiese.
5
Los que comían delicadamente, asolados fueron en las calles Los que se criaron en carmesí, abrazaron los estercoleros.
6
Y aumentóse la iniquidad de la hija de mi pueblo más que el pecado de Sodoma, Que fué trastornada en un momento, y no asentaron sobre ella compañías.
7
Sus Nazareos fueron blancos más que la nieve, más lustrosos que la leche. Su compostura más rubicunda que los rubíes, más bellos que el zafiro:
8
Oscura más que la negrura es la forma de ellos no los conocen por las calles: Su piel está pegada á sus huesos, seca como un palo.
9
Más dichosos fueron los muertos á cuchillo que los muertos del hambre Porque éstos murieron poco á poco por falta de los frutos de la tierra.
10
Las manos de las mujeres piadosas cocieron á sus hijos Fuéronles comida en el quebrantamiento de la hija de mi pueblo.
11
Cumplió Jehová su enojo, derramó el ardor de su ira Y encendió fuego en Sión, que consumió sus fundamentos.
12
Nunca los reyes de la tierra, ni todos los que habitan en el mundo, Creyeron que el enemigo y el adversario entrara por las puertas de Jerusalem.
13
Es por los pecados de sus profetas, por las maldades de sus sacerdotes, Que derramaron en medio de ella la sangre de los justos.
14
Titubearon como ciegos en las calles, fueron contaminados en sangre, De modo que no pudiesen tocar á sus vestiduras.
15
Apartaos ¡inmundos!, les gritaban, Apartaos, apartaos, no toquéis. Cuando huyeron y fueron dispersos, dijeron entre las gentes: Nunca más morarán aquí
16
La ira de Jehová los apartó, no los mirará más: No respetaron la faz de los sacerdotes, ni tuvieron compasión de los viejos.
17
Aun nos han desfallecido nuestros ojos tras nuestro vano socorro: En nuestra esperanza aguardamos gente que no puede salvar.
18
Cazaron nuestro pasos, que no anduviésemos por nuestras calles: Acercóse nuestro fin, cumpliéronse nuestros días porque nuestro fin vino.
19
Ligeros fueron nuestros perseguidores más que las águilas del cielo: Sobre los montes nos persiguieron, en el desierto nos pusieron emboscada.
20
El resuello de nuestras narices, el ungido de Jehová, De quien habíamos dicho: A su sombra tendremos vida entre las gentes: fué preso en sus hoyos.
21
Gózate y alégrate, hija de Edom, la que habitas en tierra de Hus: Aun hasta ti pasará el cáliz embriagarte has, y vomitarás.
22
Cumplido es tu castigo, oh hija de Sión: Nunca más te hará trasportar. Visitará tu iniquidad, oh hija de Edom Descubrirá tus pecados.
topLamentaciones 5
1
ACUÉRDATE, oh Jehová, de lo que nos ha sucedido: Ve y mira nuestro oprobio.
2
Nuestra heredad se ha vuelto á extraños, Nuestras casas á forasteros.
3
Huérfanos somos sin padre, Nuestras madres como viudas.
4
Nuestra agua bebemos por dinero Nuestra leña por precio compramos.
5
Persecución padecemos sobre nuestra cerviz: Nos cansamos, y no hay para nosotros reposo.
6
Al Egipcio y al Asirio dimos la mano, para saciarnos de pan.
7
Nuestros padres pecaron, y son muertos Y nosotros llevamos sus castigos.
8
Siervos se enseñorearon de nosotros No hubo quien de su mano nos librase.
9
Con peligro de nuestras vidas traíamos nuestro pan Delante del cuchillo del desierto.
10
Nuestra piel se ennegreció como un horno A causa del ardor del hambre.
11
Violaron á las mujeres en Sión, A las vírgenes en las ciudades de Judá.
12
A los príncipes colgaron por su mano No respetaron el rostro de los viejos.
13
Llevaron los mozos á moler, Y los muchachos desfallecieron en la leña.
14
Los ancianos cesaron de la puerta, Los mancebos de sus canciones.
15
Cesó el gozo de nuestro corazón Nuestro corro se tornó en luto.
16
Cayó la corona de nuestra cabeza: ¡Ay ahora de nosotros! porque pecamos.
17
Por esto fué entristecido nuestro corazón, Por esto se entenebrecieron nuestro ojos:
18
Por el monte de Sión que está asolado Zorras andan en él.
19
Mas tú, Jehová, permanecerás para siempre: Tu trono de generación en generación.
20
¿Por qué te olvidarás para siempre de nosotros, Y nos dejarás por largos días?
21
Vuélvenos, oh Jehová, á ti, y nos volveremos: Renueva nuestros días como al principio.
22
Porque repeliendo nos has desechado Te has airado contra nosotros en gran manera.
topJuan 18
1-27
1
COMO Jesús hubo dicho estas cosas, salióse con sus discípulos tras el arroyo de Cedrón, donde estaba un huerto, en el cual entró Jesús y sus discípulos.
2
Y también Judas, el que le entregaba, sabía aquel lugar porque muchas veces Jesús se juntaba allí con sus discípulos.
3
Judas pues tomando una compañía, y ministros de los pontífices y de los Fariseos, vino allí con linternas y antorchas, y con armas.
4
Empero Jesús, sabiendo todas las cosas que habían de venir sobre él, salió delante, y díjoles: ¿A quién buscáis?
5
Respondiéronle: A Jesús Nazareno. Díceles Jesús Yo soy (Y estaba también con ellos Judas, el que le entregaba.)
6
Y como les dijo, Yo soy, volvieron atrás, y cayeron en tierra.
7
Volvióles, pues, á preguntar: ¿A quién buscáis? Y ellos dijeron: A Jesús Nazareno.
8
Respondió Jesús: Os he dicho que yo soy: pues si á mi buscáis, dejad ir á éstos.
9
Para que se cumpliese la palabra que había dicho: De los que me diste, ninguno de ellos perdí.
10
Entonces Simón Pedro, que tenía espada, sacóla, é hirió al siervo del pontífice, y le cortó la oreja derecha. Y el siervo se llamaba Malco.
11
Jesús entonces dijo á Pedro: Mete tu espada en la vaina: el vaso que el Padre me ha dado, ¿no lo tengo de beber?
12
Entonces la compañía y el tribuno, y los ministros de los Judíos, prendieron á Jesús y le ataron,
13
Y lleváronle primeramente á Anás porque era suegro de Caifás, el cual era pontífice de aquel año.
14
Y era Caifás el que había dado el consejo á los Judíos, que era necesario que un hombre muriese por el pueblo.
15
Y seguía á Jesús Simón Pedro, y otro discípulo. Y aquel discípulo era conocido del pontífice, y entró con Jesús al atrio del pontífice
16
Mas Pedro estaba fuera á la puerta. Y salió aquel discípulo que era conocido del pontífice, y habló á la portera, y metió dentro á Pedro.
17
Entonces la criada portera dijo á Pedro: ¿No eres tú también de los discípulos de este hombre? Dice él: No soy.
18
Y estaban en pie los siervos y los ministros que habían allegado las ascuas porque hacía frío, y calentábanse: y estaba también con ellos Pedro en pie, calentándose.
19
Y el pontífice preguntó á Jesús acerca de sus discípulos y de su doctrina.
20
Jesús le respondió: Yo manifiestamente he hablado al mundo: yo siempre he enseñado en la sinagoga y en el templo, donde se juntan todos los Judíos, y nada he hablado en oculto.
21
¿Qué me preguntas á mí? Pregunta á los que han oído, qué les haya yo hablado: he aquí, ésos saben lo que yo he dicho.
22
Y como él hubo dicho esto, uno de los criados que estaba allí, dió una bofetada á Jesús, diciendo: ¿Así respondes al pontífice?
23
Respondióle Jesús: Si he hablado mal, da testimonio del mal: y si bien, ¿por qué me hieres?
24
Y Anás le había enviado atado á Caifás pontífice.
25
Estaba pues Pedro en pie calentándose. Y dijéronle: ¿No eres tú de sus discípulos? El negó, y dijo: No soy.
26
Uno de los siervos del pontífice, pariente de aquél á quien Pedro había cortado la oreja, le dice: ¿No te vi yo en el huerto con él?
27
Y negó Pedro otra vez: y luego el gallo cantó.
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